En un mundo en el que la mayoría de los campos del conocimiento y, por ende,
las disciplinas, están estandarizados a través de los modelos de educación superior que
definen la forma que se asume como correcta de transitar la vida laboral, la posibilidad
de romper el molde, sobresalir e innovar es cada vez más lejana para los jóvenes que
cursan sus últimos semestres de universidad, o que se gradúan y se enfrentan a la gran
pregunta: “¿Qué sigue?”.
Crisis económicas, emergencias sanitarias y conflictos de cualquier índole
aparte, el mercado laboral de un país como Colombia nunca ha sido benévolo con
aquellos que dan sus primeros pasos en el mundo profesional. El hambre de experiencia
y las ganas de irrumpir en territorio desconocido para demostrarlo, se apagan lentamente
al ver las ofertas cuasi risibles que se ajustan al perfil de un recién egresado. Vivimos en
una era en que el potencial de los jóvenes universitarios está limitado por las
oportunidades que les brinda la sociedad y, al sentirse traicionados por la realidad que
los espera al final del pasillo, con el diploma en mano, cada vez más se sienten atraídos
por las empresas que prometen contratos a término indefinido y prestaciones mucho
mayores y más atractivas. El problema es justamente que, al capitalizar en las
necesidades y los sentimientos de los jóvenes desilusionados, las BPO crecen a costa del
talento perdido de muchos que podrían, quién sabe, haber triunfado en otras áreas de
haber tenido mejores oportunidades.
El objeto de este trabajo es rescatar la voz de aquellos que están, o han estado, en
el mundo de las BPO, entender, desde adentro, las razones reales por las que existe un
área de confort en esas empresas, hasta dónde llega ese confort y cuáles son las
sensaciones que experimentan en su día a día, sus proyectos de vida y su interpretación
de los elementos que definen el fenómeno