Descrição
Con este imperativo brutal empieza la huida del refugiado. Por más que desde hace mucho se sienten cercanas las amenazas, la decisión siempre es imprevisible: basta una gota, la última para desbordar el vaso. En 1981 diez y seis millones de hombres y mujeres de todas las edades, razas y pueblos, eran refugiados. De este número, 7.500.000 se encuentran en el sudeste asiático: cambodianos (Kmers), laosianos y vietnamitas.
Lo que tienen en común, a pesar de sus orígenes diversos y las variadas razones de su decisión, es la huida, reacción visceral del hombre que se siente en peligro, amenazado de persecución, de hambre, de muerte, de imposibilidad de sobrevivir. Y por cierto que no es a nosotros a quienes corresponde juzgar sobre la "objetividad" de su huida. Por definición, la decisión se toma en un clima de pánico, cuando la vida está amenazada hasta sus raíces por la guerra, la opresión o la injusticia de un régimen, la falta de seguridad o a causa de persecución abierta con peligro de muerte o de prisión perpetua en campos de concentración. Las causas que obligan a una persona o a un grupo a huir pueden ser diversas, la angustia humana es la misma.