A pocos días de concluir un año con una nueva presencialidad es importante reflexionar acerca de los desafíos que se presentaron y se manifestaron tanto en el ruido como en el silencio. Para quienes nos dedicamos a la docencia, tenemos el reto de observar, escuchar y atender las necesidades de nuestros/as estudiantes que van más allá de generar conocimiento colectivo. Tenemos que sentir el pulso de las/os estudiantes para poder acompañarlos/as.