Seguir las huellas de Dios en la historia implica la total apertura del acontecimiento Comunicativo por excelencia a la humanidad, ya desde una comprensión cristiana, es posible captar cómo esta comunicación logró tejer lazos de unidad entre pluralidades de experiencias que permitió a un pueblo afirmar: Yo soy el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Ex 7, 7-8) la pregunta aquí no es: ¿Quién es Abraham? ¿Quién es Isaac?¿Quién es Jacob? para poder hacer con tanta vehemencia tal afirmación, sino la vinculación a una forma de captar, comprender y trasmitir la acción concreta de Dios que no solo ve, sino que escucha y baja para responder a la aflicción de su pueblo, un pueblo que forma un único tronco mediado por la fe.