Esta investigación se contextualiza dentro del carisma carmelitano, que hunde sus raíces en la figura que de María, la madre de Jesús, nos presenta el Evangelio. Con facilidad podemos constatar, que en los actuales momentos hay un desconocimiento de la figura de María y su protagonismo en la historia de la salvación; probablemente, porque no se ha vuelto a las raíces bíblicas para fundamentar desde allí una espiritualidad en la que María es hermana y compañera del camino del ser humano, de modo que se pueda “ver su vida real, no su vida imaginaria.”
Teresa de Lisieux, hace un aporte a la teología a partir de su comprensión de María, en la que ella es “imitable y no inaccesible” de ahí que, la santa lexoviense insista en la necesidad de volver a la principal fuente de la mariología que es el evangelio. Muchas veces se ha engrandecido demasiado su figura, mostrándola muy lejana al cristiano, haciéndole perder su categoría de Madre que la hace más cercana; en muchas ocasiones parece olvidarse que María también tuvo que sufrir y vivir de fe. Por ende, es importante retomar el carácter de Madre, madre de Jesús y madre nuestra, porque de la manera cómo se conciba a María, será la manera cómo el cristiano se acerque a ella.
En esta misma perspectiva, se prestará principal atención a la figura de María en los escritos de Santa Teresita de Lisieux, específicamente en las obras Historia de un alma, Poesías (54) y Últimas Conversaciones, en las cuales desarrolla una espiritualidad mariológica circunscrita en una experiencia que brota del evangelio y que la presenta como una mujer santa. En este sentido, y a la luz del llamado a la santidad expuesto en la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate, se buscará proponer a María como modelo imitable de santidad en la realidad eclesial actual.