Celebrar cincuenta años de una institución eclesial a la vez creadora y formativa, significa rememorar en palabras y gestos plenos de amor y gratitud a aquellas personas del pasado hoy· presentes o ausentes, a cuya sabiduría y fortaleza debemos lo que tenemos, y proyectarnos en oración y acción de fe y esperanza a un futuro promisorio de gestas aún mayores.