Las civilizaciones modernas pueden resumir sus modelos económicos básicamente en dos, por un lado la distribución de la riqueza teniendo como monopolio el Estado y por otro el capitalismo donde los factores de producción están concentrados principalmente en la propiedad privada. En este segundo modelo, el Estado es una autoridad que se limita a regular las interacciones de los agentes del mercado situación en que la protección del consumidor adquiere relevancia.