Quise rechazar la invitación a este encuentro porque el tema de la literatura femenina me empalaga. ¿Pero cómo rechazar la oportunidad de decirlo, precisamente, ante un auditorio que ha sido convocado para insistir en esa entelequia? No hablaré sobre mi literatura, que por ahí anda punzante y sin antifaces en busca de lectores. Ella tendrá que defenderse sola.