Son tres obras de teatro como actos simbólicos que buscan sensibilizar al espectador sobre el problema de la violencia y hacer presentes a las víctimas en las manifestaciones sociales, en este caso artístico. El teatro se transforma en un llamado a la reconstrucción de la memoria, es una forma de resistencia pacífica que busca darle identidad al conflicto. En este caso la reparación y la memoria pretenden ser construidos diariamente a través de actos de solidaridad directa, donde se abran espacios para representar los cuerpos que se encuentran en medio de la violencia o que simplemente no están presentes y se puedan evocar en el contexto del ahora. Como acto característico traer a escena el estado de invisibilidad en que las víctimas han sido cubiertas por la impunidad y el silencio que los mantiene ocultos dentro de este conflicto interno por muchos factores como el miedo y el dolor. El espacio social que expone las artes escénicas, específicamente el teatro como un factor de transformación social y político que llega en este caso a la preservación de la memoria, también es reflejada como un acto de conmemoración y homenaje a las víctimas en el desarrollo de las obras. Consiste en definir y determinar una reparación integral y simbólica de las vivencias de dolor que están presentes desde la narración escénica por su condición de encuentro directo que se genera un acto de acontecimiento entre el artista y quien lo observa. Es un trabajo de memoria continua de volver a los hechos desde recuerdos compartidos dándole así forma a un hecho en concreto para dar visibilidad transformando así el teatro y la memoria en un acto de resistencia.