La tierra no solo carga los alimentos, también en sí misma está toda la historia tanto política como personal de los territorios e individuos que habitan en ellos. La comida sutilmente nos muestra estas conexiones. Cocinando y comiendo podemos mostrar el performance de la conexión humana enraizada, ya que todos compartimos este evento corporal humano.
En este mundo globalizado donde el sur es la huerta del norte y así mismo la periferia la huerta del centro el libre comercio de los alimentos exóticos del trópico son bienvenidos con los brazos abiertos en los meridianos del norte, su demanda por la consistencia y homogeneidad de los productos producidos por el sur restringe y disuelve toda la rica biodiversidad de especies alimenticias que tenemos. Somos transformadores, somos cultivadores, somos más que suficientes, si creamos el mito de nuestro paraíso podemos lograr todo. En el banquete dislocado cada quien tendrá la oportunidad de ser consciente, activo y asombrado. Desde la comodidad de su hogar, junto con sus más queridos, tendrá la oportunidad de hacer preguntas, dialogarlas e incluso en casos espléndidos responderlas. Así mediante la dislocación de este festín, usted articulará una nueva cadena, una cadena que le permita comer en su plato nuevas vidas e historias, permitiéndole finalmente que usted mismo sea quien lave sus propios platos