En los años 20 y 30 del siglo pasado tanto el primitivismo como la valoración del negro adquirieron significaciones diferentes en Europa y en América Latina. Mientras la negritud de Césaire apuntaba a que los antillanos aceptaran su herencia africana, no existió un movimiento literario equivalente en Brasil. Sin embargo, el Modernismo rompió con la idealización de que habían sido objeto el mulato y el negro, re-significándolos como representantes visibles y cotidianos de las culturas primitivas que las vanguardias europeas intentaban incorporar al arte. Raul Bopp se vuelca hacia la temática negra en Urucungo después de haber explorado el universo amazónico en Cobra Norato en el intento de redescubrimiento de las raíces que caracterizó al movimiento antropofágico. En este trabajo exploramos si su propuesta se inscribe dentro del concepto de negritud césairiana, como expresión de la voluntad de pertenecer a África; si adscribe a una apología de la raza negra como respuesta política al blanqueamiento impuesto por los grupos hegemónicos después de la abolición; o si permanece en los moldes del “negrismo estetizante de los años 20”.