En este artículo, se reconstruyen las presencias femeninas emergentes en un salón artístico desarrollado anualmente durante la última dictadura argentina, donde Córdoba entrelazaba redes locales, nacionales e hispanoamericanas. Como hipótesis, se sostiene que en el campo artístico de las décadas de 1970 y 1980 prevaleció una pirámide jerárquica de posiciones, compuesta por tres escalones de artistas: jóvenes en la base, reconocidos en una posición intermedia y consagrados en la cúspide. En ese marco, el salón visibilizaba una composición pluralista en los concursantes aceptados, pero las distinciones (económicas y simbólicas) eran adjudicadas reiteradamente a obras de autores mayores y masculinos. Mediante herramientas conceptuales de historia cultural y estudios de género, se exploran las generalidades del salón dentro de la política cultural y se profundiza en el análisis del concurso escultórico, donde “lo femenino” existía, no solo como objetos representados por varones, sino en estrategias creativas de mujeres escultoras.