Las guerras del siglo XX produjeron más de 120 millones de muertos. Mil personas son asesinadas diariamente en el mundo con armas ligeras. Sólo con la mitad de los gastos militares anuales de la humanidad se le podría garantizar a todo el tercer mundo salud, educación primaria, nutrición y agua potable. Las armas atómicas existentes pueden destruir miles de veces toda la tierra. Estos y muchos otros hechos igualmente escandalosos, configuran las confrontaciones armadas como un mal sin parangón respecto del cual debemos empeñarnos en su eliminación mediante el desarme total. El contenido del presente artículo fundamenta esta propuesta.