Si basta la mera autorización del Obispo para que un cristiano pueda realizar tal o cual servicio a la comunidad diocesana o local, ¿por qué molestarnos en realizar una reflexión acerca de los "Nuevos Ministerios" en la Iglesia? Aunque más no fuera para aclarar algunas ideas sobre este tema, no estaría mal hacerlá. Pero me parece mucho más importante ponerse en la corriente desencadenada por el Concilio Vaticano II y toda la reflexión y acción posterior.