Este artículo compara el Congreso Eucarístico de 1913 y 1968 en Colombia argumentando que, en efecto, los cincuenta y cinco años que los separan representan un cambio dramático en la relación iglesia-estado en el país. Para 1968, varios sacerdotes, obispos y ciudadanos de Colombia y América Latina habían sido «convertidos» pues comprendían el rol y el poder de los pobres y buscaban definir y resolver problemas desde su perspectiva en lugar de hacerlo desde la posición de la jerarquía eclesiástica o del estado.