Descrição
A primera vista, un campo de refugiados representa una promesa de mejora de las condiciones de los individuos que huyen de las circunstancias precarias de su país de origen. Sin embargo, un análisis profundo de la realidad indica que, dentro de los campos, las mujeres refugiadas específicamente, están constantemente atravesadas por el peligro que implica vivir desprotegidas. Así, estando hiladas permanentemente por el movimiento que despegó su desterritorialización, en su país de origen, las mujeres refugiadas se ven reducidas a su corporeidad, a su condición biológica, en tanto que quedan despojadas de su carácter político. Esta dinámica por la que las mujeres refugiadas se ven atravesadas se podría analizar bajo los siguientes momentos.
El primer momento indica la desterritorialización de las refugiadas en el cual deben movilizarse hacia un nuevo espacio, el campo de refugiados, donde las líneas de fuga en las que se encuentran, en términos de Deleuze y Guattari, las posiciona en un estado indefinido y dinámico, a merced de unos factores externos que deciden sobre su vida y su cuerpo. El segundo momento ocurre dentro del espacio de los campos de refugiados donde se configuran las condiciones que re-precarizan su vida. En este sentido, y en el tercer momento, el cuerpo de la mujer está siendo gobernado, en términos foucaultianos, y ubicado en la línea de amenaza constante donde, a través de las redes que costean los campos, las mujeres se ven obligadas a sobrevivir a partir únicamente de su corporeidad. Allí, entre la desterritorialización y el gobierno de su cuerpo, la mujer refugiada entra en la condición más básica de su existencia, en su nuda vida, como diría Agamben. A través de estas instancias, su vida y su cuerpo están siendo reprecarizados, a tal punto que están indefinidas dentro del espacio entre la espada y la pared, pues volver a su país de origen es altamente peligroso y quedarse en los campos implica vivir en la incertidumbre y la reprecarización.
Así las cosas, el presente análisis tomará el caso de las mujeres refugiadas Rohingyas quienes escapan de la absoluta precariedad de su territorio en el estado Rakhine en Myanmar y que llegan a los campos de Cox’s Bazar en Bangladesh en busca de refugio. Es allí donde la conjunción de estos aspectos dan paso a una vida reprecarizada y un cuerpo gobernado, ajenándolas de sí mismas a tal punto que lo único que les queda por hacer es sobrevivir.