Si bien la mayoría de las interpretaciones filosóficas tienden a depositar el peso filosófico del Banquete en el discurso de Sócrates, una aproximación desde lo literario permite comprender de qué manera Platón configura una dialéctica que va del discurso de Sócrates al encomio de Alcibíades, pues el diálogo no termina en el ascenso, en la medida en que la entrada de Alcibíades es un giro dramático que articula el intercambio dialéctico que se suscita entre ambos discursos; por lo tanto, el clímax del diálogo se encuentra en el discurso de Alcibíades, más aún, si se tiene en cuenta que ambos encomios recogen los discursos previos para incorporarlos a la dialéctica. A partir de de esta comprensión, es posible establecer que el examen paralelo del Alcibíades I y del discurso de Alcibíades ofrece otra perspectiva del modo en que Platón articula belleza, Eros y conocimiento, en la que Sócrates deviene bello y esto permite comprenderlo no solo como productor de conocimiento, sino también como una partera intelectual.