Cuando la convivencia en hacinamiento con perros rescatados de la calle, pierde el límite entre lo humano y lo animal.
Su vida está destruida, sus animales sufren, se están muriendo, no salen a pasear y viven en un entorno estresante, su único alivio es el momento de la comida (que tampoco es la mejor) y poder dormir tranquilos, ya casi ninguno juega, no interactúan con más individuos que ellos mismos, sin embargo son felices, sienten en ella una verdadera madre.