La demencia es actualmente un problema importante en la salud pública debido a la alta tasa de discapacidad y los costos sociales que esta conlleva, el cual viene en aumento con la prolongación de la esperanza de vida. El tipo de demencia más común es la enfermedad de Alzheimer (EA), que representa el 60-80% de los casos. Se estima que la cantidad de personas que viven con demencia alcanzará los 75 millones en 2030 en todo el mundo, lo que convierte la demencia en el mayor contribuyente individual a la discapacidad entre las enfermedades crónicas. Aunque el deterioro cognitivo es el principal factor desencadenante de la demencia, otros factores desempeñan un papel importante de forma paralela intensificando la progresión del deterioro funcional, como lo son, por ejemplo, los síntomas neuropsiquiátricos, la malnutrición, el sedentarismo y la polifarmacia, entre otros síndromes geriátricos.