Como fruto de lo percibido y recibido de los ambientes familiar, social, religioso, cultural y académico a lo largo de la vida, así como de la experiencia pastoral en el acompañamiento de los ejercicios espirituales a diversos tipos de personas en la universidad, me ha surgido el interés por tratar de evidenciar las distorsiones, desviaciones, ocultamientos o negaciones de las imágenes de Dios que se han impuesto o se han aceptado como verdaderas entre las personas. De igual forma, he sentido la necesidad de presentar una imagen de Dios acorde a lo que él ha revelado de sí mismo, una imagen que le permita al creyente no sólo la comprensión de la experiencia de la divinidad, sino la interpretación y comunicación de la misma, de modo que otros también puedan tenerla. En este sentido, nuestra preocupación no tiene que ver sólo con un asunto meramente teórico, sino que se trata de un asunto existencial relacionado con la experiencia que cada persona tiene de la divinidad. Creemos que no es un problema exclusivamente teórico, puesto que a la hora de dar razón de una experiencia con la Trascendencia, el lenguaje conceptual y teórico nos resulta insuficiente. Por ello, es necesario recurrir a otro tipo de lenguaje que no limite dicha experiencia, sino que de paso a la imaginación, la intuición, la sugestión, de manera que no se pierda su potencial expresivo. Con base en lo anterior, es que nos hemos propuesto desarrollar el presente trabajo.