Descripción
La experiencia de salvación es, como todo lo humano, una experiencia limitada, perfectible, en proceso, que dista mucho de ser absoluta o definitiva. Las doctrinas pueden ser absolutas, bien definidas en todos sus términos; las experiencias humanas no están nunca totalmente definidas, permanecen siempre abiertas a nuevos aportes y enriquecimientos. Desde ahí, no desde las teorías más o menos elaboradas, es posible vivir la misión en diálogo con otras ofertas de salvación, sin absolutismos ofensivos ni relativismos vacíos.