Descripción
Hay películas de autor y también hay películas de productor. David Putnam, es hoy en día una de los más célebres productores que trabajan en esta última línea. Puttnam no solo invierte en términos económicos, además busca las historias, los guionistas que las desarrollen, los actores que las encarnen, pone especial esmero en las locaciones que servirán de marco a estas situaciones y por supuesto, escoge el director. En este caso el director será un puro ejecutante, un laborioso organizador que traduce las ideas del equipo del productor. Es por eso que cuando el director Ronald Joffé da opiniones sobre La Misión, no queda otro recurso que el de escuchar los resortes que en su interior mueve la mano ventrílocua de Puttnam. “The Killing Fields” o los “Gritos del silencio”, como se llamó en el país, tuvo éxito. Era polémica y humanista, era además pacifista en una era en la que los movimientos de esta índole ven crecer su fuerza. Además miraba con bondad y comprensión a los pueblos torturados del Tercer Mundo. ¿Comprensión? ¿Qué tipo de comprensión? Veremos. Sin embargo “The Killing Fields” era mucho más que todo eso. Su tratamiento cinematográfico era espectacular e impecable, el manejo de los mecanismos que activan la tensión mezclados con fuertes dosis de sentimentalismo, desarman a cualquier espectador. El doloroso drama del periodista norteamericano en busca de su amigo oriental solo puede dejar impávido a un computador. Es claro que no solo las relaciones de pareja, generan lágrimas. Puttnam conoce bien este hecho, el vinculo sagrado y profano que tácitamente se plantea entre el padre Gabriel y el arrepentido Mendoza en la Misión también lo corrobora.