En los últimos cincuenta años Europa se ha esforzado por desarrollar una política común en materia de seguridad y defensa que le permita actuar con personalidad jurídica y con una sola voz en el escenario internacional. Como producto de dichos intentos, la Unión Europea creó formalmente la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) mediante la firma del Tratado de Maastricht (1992). Sin embargo, los eventos ocurridos desde el 11 de septiembre de 2001 (11-S) la han llevado a adecuar y replantear las medidas adoptadas con el compromiso de luchar contra el terrorismo. Debido a esto, se han publicado dos Estrategias de Seguridad (2003 y 2016) con el propósito de avanzar y consolidar tanto la seguridad interna en un espacio de libre circulación de personas, como la seguridad global.
Dado que el nuevo contexto ha obligado a la Unión a adecuar sus necesidades para hacer frente a uno de los principales desafíos del siglo XXI; este trabajo plantea que en el marco de la lucha contra el terrorismo islámico promovida desde el 11-S, la Unión Europea ha combinado exitosamente recursos de Soft y Hard Power que le han otorgado cierta legitimidad y prestigio a nivel internacional.