El Diseño Industrial (D.I.) tiene la capacidad de intervenir transversalmente al resto de las disciplinas que lo rodean, convirtiéndose en un eje articulador de los diferentes saberes, desde ésta capacidad se pueden implementar herramientas capaces de fomentar la creación de soluciones de desarrollo entre los seres humanos, a partir de la integración de conocimientos sobre las relaciones, actividades y comportamientos que éstos asumen en sus entornos socioculturales específicos. Desde esta postura frente al papel del D.I., surgió la necesidad de desarrollar un modelo metodológico de D.I. de carácter participativo, que permita potenciar todas las iniciativas de innovación social y de trabajo participativo existentes, lo que exige trabajar con y para las comunidades, partiendo de sus manifestaciones culturales, para encontrar estrategias autónomas de participación, con el fin de crear a través de ellas alternativas de solución que contribuyan a su sostenibilidad socio-cultural.