En este trabajo se propone acoger la divinidad con consciencia y asumir una dinámica de vida en cristificación, haciendo que el hombre viva una nueva moral, una moral de identidad. De esta manera, a través de ejercicios espirituales, se espera que su praxis histórica esté marcada por un hacer conjunto con quien le trasciende, una praxis performativa en la que el prójimo se convierte en el medidor que regula cuánto se ha logrado crecer y desarrollar en el espíritu. Con el análisis de algunas praxis eclesiales, se invita a renunciar a esquemas tradicionales de vida, descubriendo el libre rechazo o aceptación de adherirse a propuestas nuevas de seguimiento, de realización humano-cristiana.