Repetir el fin (Ensayo para un apocalipsis)
Descripción
El hombre fumaba Imparciales. Había sido discípulo de Gregorio Bermann y en alguna época había incluso dirigido su sanatorio. Era uno de esos tipos con los que toda conversación es un placer. Y también era como atender una clase, en la que nos pillamos robando ideas ajenas. Olivera pertenecía a esa generación de viejos lectores cotidianos, que se estaban yendo. Hablaba de las “nuevas ideas” en el psicoanálisis (aludiendo al Lacan de los 60) y en el marxismo (refiriéndose al Žižek de los 90). De esa conversación, que realmente fue la última porque cuando volví a verlo ya agonizaba y apenas pudo murmurar un saludo, me quedaron grabadas dos cosas. La primera es su mirada cálida, mientras sacaba un cigarrillo de esos paquetes que tenían adelante una letra i en estilo gótico –vaya a saber para quién estaría pensada la sutileza–. Lo otro es lo que me dijo al llegar, cuando le pregunté cómo andaba. Me respondió que estaba tratando de eludir ese tenebroso estado de ánimo ante “el apocalipsis que ineludiblemente nos va a llegar”. Inmediatamente después siguió hablando sobre los medios de comunicación, y ya no supe más si por apocalipsis se refería, con ironía, a la cantinela mediática contra el espectro populista que se cernía sobre América Latina, o si estaba pensando, con congoja, en su propio fin. Lo cierto es que la palabra quedó flotando en el aire mientras hablábamos. Imposible evitar recordarlo en estos días de pandemia, en los que ese término ha recuperado su vigor. Pero además porque sus palabras abren dos brechas, las cuestiones del fin individual y el comunitario, que no solo me sirven para organizar las siguientes páginas, sino que muestran cómo una palabra griega de antigua data fue resignificada: denominó a un libro de modo explícito, luego abarcó –ex post y en adelante– una serie de textos y expresiones como género literario, y finalmente se diseminó en múltiples aplicaciones y prácticas. Es así que historia, literatura, filosofía, teología, política, ciencias naturales, y numerosos conocimientos tributarios, se entraman, se contaminan y se fecundan con la palabra “apocalipsis”. Y cada vez que le hemos prestado atención, esa interacción de discursos afectó nuestra propia comprensión del tiempo.Fil: Fonti, Diego. Universidad Católica de Córdoba. Facultad de Filosofía y Humanidades; Argentina