En los últimos años todo lo relacionado con el cuidado personal y la imagen que proyectamos ha tenido un aumento en las ventas, los datos así lo demuestran. Se proyecta que, en 2023, la industria cosmética generará 800.000 millones de dólares, un 50% más que en 2017, cuando la facturación alcanzó los 530.000 millones. Este desarrollo favorable y crecimiento de la industria posee dos catalizadores principales: el aumento de la esperanza de vida y las nuevas generaciones con sentido del autocuidado. Los clientes no tienen que acercarse a una tienda, sino que tiene un catálogo de los productos con sus funciones detalladas a su disposición, a un solo paso o clic. Ya en 2017 los conocidos como millennials (nacidos entre 1980 y 2000) consumieron un 25% más de cosméticos que dos años antes. (El economista, 2019)
Los productos dermocosméticos, en este instante, se han ganado un puesto muy importante entre los productos consumidos por las personas, en especial dentro del segmento de mujeres de todas las edades, ya que son principalmente las que se interesan por su apariencia física; aunque, en la última década se ha visto un marcado aumento de compras en productos para el cuidado masculino.
Algunos de los productos de esta categoría son muy requeridos, tal es el caso de los bloqueadores solares, loción corporal, productos faciales hidratante, productos antienvejecimiento. Con un crecimiento del 11% anual, a nivel Latinoamérica (rodriguez,2019) siendo el segundo mercado más importante en la industria, mientras que a nivel internacional ocupa el tercer lugar seguido de Brasil y Estados Unidos, segundo y tercer puesto respectivamente. Lo anterior, mostraría cómo la industria dermocosmética ha tenido un importante crecimiento a nivel latinoamericano, lo cual evidencia que es un modelo de negocio rentable y sostenible.