El arte del acompañamiento a los jóvenes requiere de mucha audacia para que sea efectivo. Resulta irónico que a pesar de tener el acceso a multitudes a través de internet y todas las redes sociales, se percibe una necesidad de los jóvenes para estar acompañados. El autor comenta al respecto: “Está claro que es necesario un cambio total en el modo de concebir la pastoral juvenil de nuestros tiempos, porque también en el mundo de hoy se ha cambiado el modo de concebir la realidad. No hay duda que por el proceso acelerado de globalización, la superficialidad se hace igualmente global. Estamos asistiendo a lo que muchos sociólogos y filósofos le conocen como la ‘cultura líquida’: donde todo fluye, todo pasa, ‘pruébalo todo no importa si haya que quedarse con nada'. Es como una sed insaciable que finalmente termina llevando al sin sentido, a la superficialidad y al precipicio de la muerte por adicciones y apegos. Finalmente al suicidio.
De aquí que debemos leer los signos de los tiempos, y aprovechar a aquellos jóvenes que están contracorriente sin dejar de aprovechar lo que su mundo posmoderno les ofrece. Aquellos que se están tomando en serio los problemas del mundo y tratan de dar una respuesta a esta realidad haciendo cosas concretas en favor de los demás. El que no vive para servir, no sirve para vivir”.