En esa penumbra del ocaso de la modernidad y el surgimiento de la posmodernidad, se pone en el tapete la importancia de la religión, la política y la mística. El mundo es cada vez más diverso, las convicciones y la fe son tan plurales que es imprescindible el diálogo entre los credos y modos de pensar, sentir y mirar de seres humanos y las culturas. La tolerancia se vuelve una actitud para poder construir puentes que nos lleven a la paz, sin exclusión y tomando en cuenta a cada uno de los interlocutores con el mismo grado de importancia. Esto queda expresado en esta reflexión que nos ofrece la Comisión Teológica Internacional: “La sociedad actual se ha vuelto una sociedad enormemente plural, en lo cultural y en lo religioso. Ello se ha convertido en una fuente de conflictos permanente. Resulta un tópico la opinión de que hoy vivimos un «choque de civilizaciones» y de religiones. Es reconocido tanto el papel negativo que las religiones han jugado tradicionalmente en los conflictos, cuanto el papel pacificador y sanador decisivo que podrían jugar si decidieran asumir una visión positiva y lúcida ante la pluralidad. Es sobre esta «visión» o «teología» pluralista necesaria para que las religiones se alíen al servicio de la Humanidad y del planeta sobre lo que queremos reflexionar. No habrá paz en el mundo sin paz entre las religiones, y no habrá paz entre las religiones sin una visión teológica pluralista”.