Descrição
En la eucaristía del XX aniversario del Martirio de los jesuitas de la UCA y de Elba y Celina Ramos, Mons. Gregorio Rosa regaló una homilía preciosa que se publica en este número de Diakonia. Uno de los puntos que tocó las fibras más profundas, fue lo siguiente: “Quienes formamos la emocionada y gozosa asamblea litúrgica del vigésimo aniversario -que se vuelve inmensa porque están unidos a nosotros miles y miles de hermanos y hermanas gracias al milagro de la radio- nos sentimos portavoces de lo mejor de nuestro pueblo: los mártires, portavoces de esa multitud inmensa de hombres y mujeres de todas las edades -en la que hay tantos niños y niñas que apenas acababan de abrir sus ojos a la realidad de este mundo- cuya vida fue arrebatada de forma cruel y despiadada. Una vez más, al hablar de martirio, debemos evitar caer en la trampa de la memoria selectiva.
En los padres jesuitas, así como sus dos colaboradoras y ese ejército incontable de testigos de la fe, se cumplen las palabras de San Pablo que han resonado esta noche en nuestros oídos y en nuestro corazón: “Sabemos que Dios dispone todo para el bien de quienes lo aman... ¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros... ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo?”...
Para concluir con íntima convicción: “Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor”. En el evangelio hemos escuchado hoy el programa de Jesús, el mismo que han asumido nuestros mártires y los mártires de todos los tiempos: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, a proclamar a los cautivos su liberación y a los ciegos la vista, a dejar libres a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor”.