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Hay una experiencia de acompañamiento que se condensa en la reflexión que hace el autor en este artículo. Solamente las personas que han vivido los EE.EE. pueden dar fe de todo lo que se comparte en este artículo, en el que se hace ver toda la trayectoria espiritual y el resultado de la primera semana: “¿Cómo saber si la gracia ha sido concedida? Esta pregunta atraviesa continuamente al ejercitante. También es un punto neurálgico para el acompañante, pues, le permite ayudar a avanzar en el camino de Dios. Además vemos que todas las meditaciones ignacianas tienen el preámbulo donde se explicita la petición ‘a Dios lo que quiero y deseo’ (No 48). No hay meditación cuyo coloquio no sea ese diálogo entre dos amores ya sea ‘hablando así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor, cuándo pidiendo alguna gracias...’ (No 54). Todo esto visto como gracia”.