Los Ejercicios Espirituales se han ido adecuando según los tiempos, lugares y personas. Siempre mantienen una fresca pedagogía del Espíritu de Dios y pueden ser vividos en todos los ambientes: Parroquias, grupos de jóvenes y adultos inquietos, centros educativos, etc.
“Una adaptación de los EE que está dando muy buenos resultados, es el modo de hacerlos —bien los ‘leves', bien los ‘completos— en la vida diaria, pero en grupo. Un grupo coordinado por un guía, a quien se le entrega y administra el itinerario que cada componente del grupo ha de hacer a nivel de oración y examen personal. La novedad está en el encuentro semanal que el grupo tiene con su guía, donde rezan en común, comparten la experiencia personal de la semana, aclaran —disciernen— situaciones vividas y programan el camino a recorrer durante la semana siguiente. Este método se ha introducido, fundamentalmente, en parroquias tanto urbanas como rurales, así como en centros universitarios y grupos juveniles de todo tipo. El proceso suele durar dos o tres años, tiempo suficiente para que cada ejercitante se familiarice con la experiencia de oración —en clave ignaciana— y dinamice desde ahí su vida cristiana”.