Descripción
En este artículo la autora hace gustar internamente el itinerario de su identidad cristiana. Sin grandilocuencias nos comparte su espiritualidad en la vida cotidiana. Nos ofrece su tenacidad y auto donación como una laica que sigue los pasos de Dios en su vida: “Las experiencias señaladas y otras tantas más, han ido configurando lo que considera significa ser cristiana y la forma de vivirlo día a día. Creer en el Dios que es vida y amor, que es padre y madre; creer en el Dios que está presente en toda la creación y que no excluye a nadie y que su Espíritu sopla por donde quiere; creer que se encarnó en la historia en Jesucristo; creer que Jesucristo es camino, verdad y vida; creer que soy llamada a la construcción del reinado de Dios y que la figura que más me convence de ese reinado es la del banquete, ese banquete al que todos estamos convocados y del que también habló Rutilio Grande: una mesa con mantel, con pan para todos y donde cada quien tiene un lugar especial”.