Descripción
La autora vive su vocación a la vida religiosa con mística y profetismo. Viviendo con los pobres la persecución, amando a Dios en los pobres sufrientes hasta pasar por el exilio: “El trabajo fue duro, pero mi alegría se desbordaba al poder servir a mi pueblo el más pobre y perseguido. Desde Chiapas, a donde llegaron unos 100,000 refugiados, el gran Obispo Samuel Ruiz nos propuso montar una Secretaría de Refugiados, desde donde podíamos ejercer la solidaridad con nuestro pueblo: comprábamos todo lo que se necesitaba en los campamentos: desde un camión hasta miles de molinos de maíz, semillas y tantas cosas más. Desde la Secretaría recibimos a cientos de personas interesadas por los refugiados, representantes de agencias, estudiosos, periodistas, y personas solidarias. Tuvimos la oportunidad de visitar a cientos de comunidades, iglesias, y grupos de solidaridad del sur al norte de México para hablar por nuestro pueblo y pedir la solidaridad”.