La autora regala en este escrito una experiencia densa de vida en la que se puede encontrar una síntesis de su vocación humana y cristiana al servicio de los demás. Mujer, madre y maestra, sellada con su vocación cristiana amando y sirviendo a los demás: “Fui entendiendo luego de las emociones interiores iniciales que había algo más que “no ser”; que la fe era algo más que ser bueno o que no ser malo...que era SALIR...y hacer comunidad para... Se me comenzaron a integrar entonces todas las marcas de mi pasado, que hasta ahora rechazaba porque me habían “botado” de la fe...pero que ahora las “sabía” parte de mi historia, que asumidas, en este momento, servirían para mucho y para muchos..."Entendía” que era otra vez escogida con una preparación muy grande, especial y cuidada para un lugar donde se necesitaba...Pero sobre todo que sola no se cambia el mundo: hay que formar, formar, formar... empoderar para juntos cambiar las cosas”.