Descripción
Jon Cortina fue un sacerdote enamorado de los pobres de Chalatenango, un ingeniero y un docente que aprendió y acompañó a los pobres y los humildes: “Ahí compartió con la gente todo lo que tenía y era. Desde su conocimiento -construyó puentes, casas, dispensarios- hasta su vocación, era un sacerdote amigo y multifacético. Sus misas empezaban desde ayudar a buscar alimento para la gente, pasando por animarlas en los momentos difíciles, hasta celebrar la eucaristía como una comida que nutria la fe, el valor, el compromiso y el amor. Comenzaba su prédica visitando a la gente, buscando materiales para subsanar las necesidades y terminaba en diálogo con su gente alrededor de la fogata encendida por el texto bíblico. Sus manos eran callosas no solo por la pala de frontón o la manipulación de los instrumentos de ingeniería sino sobre todo, por esa caricia tierna con los niños, ese saludo caluroso con el sufriente, ese abrazo fuerte con el que se sentía abrumado por tanta tristeza y ese levantar la hostia para sostener un amor que se vuelve alimento, aliento y defensa ante las pruebas. La ternura hace salir callos porque es trabajo esmerado y continuo".