La impronta de César Jerez ha sido de mucha importancia en la región centroamericana. Su liderazgo trascendió las fronteras del istmo: “Lo que más marcó el provincialato de César fueron dos martirios y una pasión, símbolos además del martirio y la pasión de los pueblos del Tercer Mundo y del compromiso por la fe exigente de justicia que a ellos condujo. Los martirios fueron obviamente los del P. Rutilio Grande y del Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, no menos golpeantes y misteriosos - misterios de iniquidad y victoria- por haber sido asesinatos con crónica anticipada. La pasión fue la de Pedro Arrupe. Alrededor del testimonio de amor que da la vida por los amigos César mostró tanto su valentía y claridad en mantener intacto y creativo el compromiso de acción y pensamiento y las entrañas de misericordia de los jesuitas con la pasión y gloria de los pobres en Centroamérica -y así con el Evangelio de Jesucristo y la misión de la Compañía renovada en la C.G. XXXII- como su capacidad de unir a los jesuitas alrededor de la misión refrendada por la sangre martirial”.