La autora hace profundizar sobre el sentido y la vocación de la mujer. Ella nos sitúa ante el misterio de la encarnación como momento privilegiado del hecho de ser mujer: “Ninguna realidad humana habría expresado mejor que la concepción la inmersión total del Señor en nuestra historia. Pero, en este acontecimiento, no sólo quedó “encadenado" el Hijo al ser de su madre sino María sumergida también en, el Misterio; pero no porque quedara convertida en una mujer misteriosa sino por formar parte esencial (en todos los sentidos) de la vida del Hijo, hombre y Dios".