Descripción
El año 2000 está a las puertas, crece el temor en muchos, que creen en falsos mensajes apariciones que hablan de castigos. Ante el año 2000 sólo esperan calamidades, días de oscuridad... Otros se dedican a las supersticiones, creyendo con eso protegerse o cambiar su mal destino...
Para nosotros, los cristianos, para la Iglesia, el año 2000 es una gran alegría. Le llamamos el Jubileo, el gran Jubileo, que quiere decir eso: la alegría, la fiesta... En el Antiguo Testamento se inició esa costumbre sagrada, puesta en la ley que Dios dio a Moisés: Ex 23, 10- 11; Lev 25, 1-28; Deut 15, 1-6 (cfr. TMA 12). Cada 50 años el pueblo de Israel debía celebrar su jubileo perdonando deudas, liberando esclavos, devolviendo tierras a los pobres.
Esos jubileos, llenos de acciones liberadoras, apuntaban a lo que sucedería cuando el Mesías viniera; apuntaban a Cristo Jesús nuestro Divino Salvador del Mundo. Para nosotros, la Iglesia, el Jubileo del año 2000 tiene que ver con Cristo, el Señor. A Él hay que volver el corazón, la mirada, los oídos. A esto nos ha invitado el Papa Juan Pablo II, a volver a Jesús, a prepararnos para celebrar por Él y con Él el año 2000.