Descripción
Existen muchos motivos para conmemorar el cincuenta aniversario de la "Declaración Universal de los Derechos Humanos” de la ONU (1948). El momento en que se proclama es especialmente significativo, pues hacía poco que había terminado aquella gran hecatombe o drama humano que fue la Segunda Guerra Mundial, tan opuesta a lo que supone el respeto de los derechos humanos.
El apoyo a la conmemoración nace de la convicción de que se trata de una iniciativa acertada e incluso necesaria. Dicho de otra manera, nace de la convicción de que todavía hoy, cincuenta años después de ser proclamada esta Declaración por un organismo internacional de tan alto nivel, siguen existiendo razones para continuar reflexionando sobre este tema y también motivos para seguir preocupados por el largo camino que todavía queda por recorrer hasta que lo que en ella se reconoce, dejando de ser letra muerta, se vea cumplido en todas partes e íntegramente.
Son muchos los motivos que invitan a seguir reflexionando y ahondando en el tema de los derechos humanos. El primero es que siguen siendo válidas hoy las razones que en 1948 llevaron a hacer la Declaración. Entre otras razones, se adujeron las siguientes: que la libertad, la justicia y la paz en el mundo sólo se alcanzarán a través del reconocimiento y respeto de los derechos humanos; que el menosprecio de estos derechos era la causa de todos los actos de barbarie que en el mundo se cometieron y cometen; y que el progreso humano y social, correctamente entendido, depende del mejor o peor cumplimiento o respeto de las exigencias contenidas en los derechos proclamados en la Declaración.
La segunda razón, de carácter más subjetivo, es que somos muchos, casi todos, los que seguimos creyendo en la importancia de estos derechos y en la necesidad de seguir trabajando en su promoción y defensa allí donde y en los casos que sea necesario.
Esta convicción subjetiva se fundamenta, por otra parte, en hechos bien objetivos: el quebrantamiento de los derechos humanos sigue siendo más frecuente de lo que cabría esperar a estas alturas de la historia, hasta el punto de que se ha llegado a decir que lo más «universal» de esta Declaración de derechos es su «universal negación». Será suficiente mirar en torno a nosotros y podremos comprobar, esta persistente negación de los derechos humanos.