Description
Nunca lo fuerte de la Compañía de Jesús ha sido lo comunitario, a pesar de que Ignacio nos diera un ejemplo vivo del cariño entrañable a los primeros compañeros. La pasión por la misión nos capta y, por así decirlo, hasta nos sirve de excusa frente a la vida comunitaria. Por eso “ya Maestro Ignacio se las ingenió para crear una vida comunitaria que, sin estar ligada a una casa precisa, se fundara sobre una comunicación constante”. A pesar del énfasis de la Parte VIII de las Constituciones, la “unión de ánimos” no es de los puntos fuertes en la experiencia de la Compañía como lo refleja la carta del P. Kolvenbach sobre la Vida Comunitaria. Esto, junto con la falta de la pobreza, ha sido una herida grave en la Compañía. Las últimas Congregaciones Generales, con todo, han insistido vivamente en la necesidad de reformular la vida común. Las ponencias presentadas en este Coloquio son prueba de la honda preocupación que existe, en todos nosotros, por ser verdaderamente “amigos en el Señor".
La ponencia del P. Gray ha hecho énfasis en el don de la amistad, en cómo es un regalo que debe suponerse, pero también debe provocarse. La amistad es inherente a la gracia de la vocación. Para cultivar esta amistad, Gray hace alusión a la rutina de la vida comunitaria, a la relación con los superiores que representan especialmente al Dios tierno y misericordioso que reconcilia y que perdona y, finalmente, a la fuerza de la misión. Como instrumentos valiosísimos para provocar la amistad trae a la memoria la “conversación espiritual” y la extensión de la amistad con nuestros colaboradores apostólicos. Esta amistad “ampliada” es lo que desarrollaré en este trabajo.