Descripción
Poco a poco se va cobrando conciencia de que estamos llegando al final de la civilización que hemos conocido durante siglos. La primera época axial (desde el 1.000 A.C. hasta Jesús y Mahoma) vió la formación de la base espiritual de la cultura, con sus sabios fundadores: los místicos de India que inspiraron los Vedas y Upanishads, Zoroastro en Persia, Confucio en China, los profetas Elías, Isaías y Jeremías en Israel, Sócrates, Platón y Aristóteles en Grecia, hasta Jesús y Mahoma. Ahora surgen nuevas exigencias. Esa primera época fue demasiado excluyente por lo que se refiere a las religiones, que crecieron relativamente aisladas las unas de las otras. En nuestros días, con las telecomunicaciones y los viajes, este aislamiento ya no es posible. Una civilización dominada por una o dos culturas ha dejado de ser posible y deseable.
Estamos en el umbral de una segunda época axial, que se caracterizará por un sentido profundo de comunidad entre las religiones y, consiguientemente, por una sabiduría ínterespiritual y un compromiso profundo para con la justicia medioambiental. La segunda época axial será, pues, interespiritual y, también, ecológica, términos intercambiables, pues esta segunda época sugiere dos cambios que se implican mutuamente: la emergencia de la sabiduría interespiritual, a partir del descubrimiento de la comunidad entre miembros de religiones distintas, y la atención al valor último de —y a la inquietud por— la Tierra. Una sabiduría interespiritual incluye una ecoespiritualidad sana, que es una nueva forma de misticismo de la naturaleza.
Quisiera explorar estas intuiciones y sugerir que requieren una comprensión multiconfesional de una espiritualidad que, siendo universal, al mismo tiempo preserva su rica diversidad. Esta espiritualidad global o multiconfesional es la base para que se pueda hablar de sabiduría interespiritual. Se desarrollarán los elementos de una concepción de este tipo y se subrayarán sus posibilidades. Todo lo anterior se orienta esencialmente a la fundamentación más profunda de la cultura de la paz y a cómo las religiones, por supuesto en cuanto tales, pueden contribuir a ella. Es necesario ponderar atentamente la naturaleza, el papel y el alcance de la espiritualidad tal como funciona en un contexto global, contribuyendo a cambios sustanciales, como por ej.: al abandono de las instituciones de la guerra y, en definitiva, de toda forma de violencia.