La solidaridad puede ser un nuevo nombre del resumen de nuestros deberes cristianos de transformación de este mundo en dirección a la llegada del Reino. Y en ese sentido, es claro que Jesús es camino de solidaridad para nuestro Continente y para el mundo entero. Los religiosos, en tiempo de sínodo o fuera de él, con sínodo o sin él, oportune et importune, debieran ser -si es verdad que son dizque seguidores radicales de Jesús- apóstoles y profetas de la solidaridad cristiana, a tiempo y a destiempo, incluso en invierno como ahora...