Descripción
El discernimiento ignaciano ha sido descrito de varias maneras: como un método por medio del cual podemos sintonizar nuestros motivos y sentimientos con la única acción de Dios; encontrar el modo propio de ser discípulo en un grupo particular de circunstancias; conciencia de las limitaciones que nos fuerzan a elegir el mejor servicio entre numerosas posibilidades; sabiduría más que ciencia, un proceso que es experencial e inductivo, y que abre así a nuevos desarrollos en la comprensión teológica y a una moderna conciencia del análisis psicológico y social; conciencia de cómo los estados afectivos son indicadores de nuestra propia dirección de vida.
Ignacio, hombre de su tiempo, creía que la persona humana está influenciada por espíritus perversos y por ángeles buenos tanto como por Dios. Pero él veía a estos espíritus menos como personificaciones del bien y el mal y más como la interacción de pensamientos y afectividad al interior de cada persona. En nuestros días las Reglas son comúnmente presentadas como la capacidad de atención a nuestros estados de ánimo interiores de consolación o desolación, estados de ánimos creativos y destructivos. Las Reglas 1 a 4 de la Primera Semana muestran cómo esto afecta tanto a los cristianos maduros, que se están esforzando en parecerse más a Cristo, como los cristianos regresivos, que se están alejando del discipulado. Las Reglas 5 al 14 de la Primera Semana se concentran en la desolación (ira, tristeza, ansiedad, autocompasión, resentimiento, alienación), que puede alejarnos de Dios, de la demás gente, del mundo creado y de nosotros mismos. Pero puede también llevar a abrirse al Espíritu Santo, incluso en los peores tiempos, animándonos a apelar a nuestros recursos para resistir e "ir en contra" de la desolación. Las Reglas 1 a 8 de la Segunda Semana son acerca de la consolación, que nos impulsa a un mayor amor a Dios y a todo lo que es, y nos guía a reducir el egocentrismo destructivo y compulsivo. Puede tomar la forma de paz, alegría, o deleite; pero también de ira, tristeza o ansiedad, porque es la dirección a la que guía el estado de ánimo la que define si es consolación o desolación.
Ignacio da una destilación y aplicación creativas a la sabiduría de una larga tradición ascética en estas Reglas, pero ignora suposiciones anteriores de que el don del discernimiento era dado sólo a los clérigos o a los místicos avanzados. Su carta de 1536 a Teresa Rejadell parece contener algunos pensamientos matizados de otra forma acerca de este tema, sugiriendo que la división de las Reglas en dos grupos puede ser artificial. Philip Endean puntualiza que mientras las Reglas reflejan la sabiduría recibida de un período histórico, ellas no son necesariamente verdaderas para todas las personas de todos los tiempos en cada lugar. En cambio, son generalizaciones globales y provisionales, fundadas en la posesión de una habilidad, de una familiaridad creciente con el modo en que Dios actúa en los corazones humanos.