Descrição
¡Bien dicho!, porque es difícil, porque es un arte y porque hay que hacerla poquito a poco, y nunca termina uno de saber si lo que ha creado es una familia o una mala imitación.
Yo llevo más de la mitad de mi vida intentando crear familia con la que soñé durante años, y en la que he gastado mis mejores esfuerzos, ilusiones, luchas y lágrimas. Aun así, ha habido cantidad de momentos en que he pensado que había equivocado mi estado civil. Y es que una familia es algo así como una planta exótica a la que con gran ilusión se cuida, se mima, se riega, se fumiga, se cambia de lugar, se abona...; al principio crece, pero de muchísima guerra; otras veces se vuelve laica y parece que se va a morir; otras padece de plagas, heridas y pulgones; otras, se asemeja a una planta carnívora que todo lo devora; otras, se pone bien lozana y hermosa...Quien la cuida, una veces piensa que se le ha ido la mano en el agua; otras, que se pasó de abono, que debería haberla expuesto más al sol, o menos a las corrientes, o más a la sombra, o quizás al calorcillo...y nunca acierta con la temperatura ni con los cuidados adecuados. A veces sucede, sobre todo pasados los años, que esa planta frágil da de pronto unas flores fantásticas, exóticas... y te compensa de todos los desvelos, cuidados y preocupaciones que te ha ocasionado.
Yo estoy disfrutando en estos momentos de esa floración; lo que no sé es cuánto tiempo duran estas flores ni qué cuidados necesitan; y, además, sé muy bien que hay que cortarlas, para que crezcan en otro tiesto...
Para no resultar tan “metafórica, voy a contar mi vivencia de familia, ya que no puedo hablar de otra cosa que no sea la vida. Y que sean los expertos quienes digan cómo debe o no debe ser la vida familiar.
A mí me gusta pensar que la familia es el lugar donde se nutren los afectos, del mismo modo que nutren los estómagos, se cuida la ropa y se mantiene limpia la casa; y el hecho de haber conocido a familias en las que escaseaban las muestras de cariño y las manifestaciones de afecto me ha servido de lección permanente para cuidar con esmero lo que a mí me parecía el valor preferente. Y es que es verdaderamente importante saber que somos esperados en casa, y que al llegar se nos pregunte cómo nos ha ido el día, y poder contar a los nuestros lo que nos ha ocurrido...Todo ello proporciona la sensación de ser importante para alguien, de que hay una complicidad, de que existe interés de unos por otros.