Descripción
En los últimos años, los informes publicados por este organismo de las Naciones Unidas se han convertido en una referencia obligada para todos aquellos preocupados por la evolución de las condiciones de vida de los diferentes pueblos del mundo. La idea del desarrollo humano, trata de superar las diferentes visiones previas sobre cómo entender el progreso. Especialmente trata de superar el hoy pujante enfoque del crecimiento económico, poniendo el crecimiento como un medio, nunca como un fin, de manera que solo será útil en la medida que ese mayor crecimiento se transforme en un incremento de las opciones de las que disponen los individuos: igualdad de oportunidades, sostenibilidad de esas oportunidades entre generaciones, y potenciación de las personas para que participen en el proceso de desarrollo y se beneficien de él. Ello debe traducirse en una vida más larga (reflejo de una mejora en la salud), un mayor nivel educativo (que determina las capacidades de los individuos) y en un mayor ingreso (en cuanto que posibilita el acceso a los bienes necesarios). Estos tres elementos son cuantificados en el denominado índice de Desarrollo Humano (I.D.H.), que ofrece una ordenación del grado de progreso de los diferentes países alternativa a la más usual que se centra en el ingreso o la producción (PIB, PNB). El crecimiento económico se plantea como un factor importante para conseguir un mayor progreso humano, pero sólo si éste es distribuido de manera adecuada. En ningún caso existe una relación automática entre crecimiento y progreso humano. La prueba son países como Brasil, Pakistán o Nigeria incapaces de traducir sus altos niveles de riqueza generada en un aumento significativo de las condiciones de vida de sus poblaciones, mientras que otros, incluso sin crecimiento, fueron capaces de hacerlo como Cuba, Jamaica, Sri Lanka, Zimbawe o los países de la Europa del Este. Esto no significa que el crecimiento no sea importante, pues sin él no son sostenibles en el tiempo las mejoras, sino que no es suficiente.
En los sucesivos años, el PNUD viene realizando informes en los que se puede observar la evolución del progreso humano, y ver las brutales diferencias entre las posibilidades y condiciones de vida de ciudadanos de diferentes países. Incluso si nos centramos en un solo país, existen graves diferencias entre las condiciones de vida de unas regiones y otras, según clases sociales, grupos étnicos, etc. Uno de los aspectos en que se muestra de manera más dramática esta diferencia es en la igualdad entre el hombre y la mujer. Los progresos que pueda experimentar una determinada sociedad, no son compartidos de la misma manera por ambos. Éste es el tema central del informe del año 1995.
Las conclusiones que sobre el estado del desarrollo humano en el mundo realiza el informe van claramente en la línea de sus antecesores:
1. El mundo en desarrollo ha presenciado en los últimos treinta años adelantos sin precedentes en materia de desarrollo humano.
2. Pese a tal progreso, en los países tanto en desarrollo como industrializados subsisten considerables privaciones humanas.
3. El progreso humano rápido es posible, la cooperación para el desarrollo da buenos resultados y es mucho más lo que puede hacerse al centrar las energías nacionales e internacionales en metas esenciales.
4. Los retos fundamentales en materia de desarrollo humano para el próximo siglo requerirán pactos mundiales (entre ellos eliminar las barreras al comercio y la inversión).