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Desde unas consideraciones muy sencillas a la luz explícita de la fe y teniendo en cuenta temas decisivos bíblico-teológicos, debería estar claro, para todo creyente, que el modelo actual de sociedad es intolerable y que es preciso asumir una posición beligerante frente a esta situación. Los temas bíblico-teológicos que habría que recordar aquí -elementales y no por elementales menos importantes- podríamos concretarlos en estos:
1) Desde una visión de fe, el ser humano, creado a imagen de Dios, tiene la misión de relacionarse con la creación, informado por la justicia y por la caridad, y nunca por la codicia y por la idolatría. Esto es el abc de la visión que podríamos llamar antropológica, informada por la fe.
2) Desde un punto de vista, mucho más estrictamente teológico, el Dios de la revelación cristiana, el Dios de Jesús, es claramente el Dios de los pobres, el Dios de la vida, el Dios liberador. Su Reino anunciado y hecho presente por Jesús a través de su vida, de su vida solidaria con el mundo de los débiles, es entendido como un banquete, pero un banquete de convivencia solidaria y abierta.
Los estudiosos, esos últimos norteamericanos, que tanto están trabajando por descubrir algunos aspectos de la vida de Jesús en relación con los estudios de antropología de los pueblos del Mediterráneo, insisten muchísimo en la importancia del banquete, para tratar de concretar en que consiste la Causa de Jesús y el proyecto de Jesús.
Uno de esos estudiosos, viene a decir que Jesús murió como murió porque comió como comió. Los banquetes de Jesús son banquetes abiertos, banquetes solidarios, banquetes en los que no se puede dejar a nadie fuera, banquetes en que hay que sentar a los últimos como primeros, y banquetes que rompen todas las normas de la convivencia, del urbanismo y del honor que eran categorías centrales en la antropología de los pueblos mediterráneos de aquel entonces.
Entonces para un cristiano este asunto de la solidaridad es algo tan transcendentalmente importante que en el fondo es el núcleo mismo de la vivencia cristiana, es decir, el ser solidario es una buena traducción de vivir en Cristo, de vivir informados por el amor de Cristo, por la esperanza de Cristo.