Descripción
Tras la caída del denominado socialismo real, se configura un mundo donde sólo hay un sistema que funcione, el sistema capitalista. Incluso países que conservan regímenes socialistas como China o Vietnam, no dudan en recurrir a los incentivos que produce la economía de mercado para salir del subdesarrollo (liberalizando sus mercados, atrayendo una fuerte inversión extranjera...). Se consolida así un sistema que se caracteriza por el hecho de que las principales decisiones se toman en los mercados debido a la interacción de los diferentes agentes de la economía (consumidores y empresarios) cada cual tratando de obtener el máximo de satisfacción (los consumidores con su consumo de bienes y servicios, y las empresas obteniendo el máximo de beneficio), dando como resultado un sistema eficiente debido a que los agentes se mueven por poderosos incentivos (los consumidores deben trabajar y ahorrar para obtener sus bienes, y las empresas deben reducir los costes de producción para aumentar sus márgenes). Finalmente la libre competencia se encarga de disciplinar a las empresas (sólo sobreviven las más eficientes y hay incentivos a bajar los precios para aumentar la cuota de mercado) de modo que el resultado final es el mejor de los posibles para la sociedad (se obtiene el máximo de producción posible a los menores precios). Éste es, de una manera muy simplificada, el funcionamiento de la economía de mercado.
Obviamente, tiene sus problemas. Por un lado existe una cierta tendencia a la concentración de los sectores económicos en pocas empresas, debido a la existencia de economías de escala (producir mucho reduce el coste), con lo que se pierden muchas de las virtudes de la economía de mercado (ahora las empresas se pueden poner de acuerdo y vender menos pero más caro). A su vez el mercado es ineficiente en el suministro de ciertos bienes y servicios que son fundamentales para la sociedad (no habría suficiente educación, sanidad... y habría demasiado deterioro del medio ambiente). Esto se debe a que los individuos de la economía de mercado toman sus decisiones de manera egoísta, pensando sólo en sus propios costes y beneficios. Así mismo, la evidencia demostró que la economía capitalista padece de una profunda inestabilidad. Pero, además, el mercado sólo entiende de cuestiones de eficiencia, siendo un ignorante en equidad. La economía pura de mercado tiene una fuerte tendencia a la concentración dé la renta en pocas manos, marginando a una parte de la sociedad. Es por todo ello que en las últimas décadas se gestó una profunda intervención del estado en la economía para regular aquellos sectores clave (o donde no existía competencia), suministrando los denominados bienes públicos (educación, sanidad, transporte...), imponiendo legislaciones sobre medio ambiente, y creando una red de protección social para contrarrestar la desigualdad inherente al sistema, financiándose de una manera redistributiva. De esta manera, se forjó lo que denominamos Estado de bienestar, presente en diferente grado en las economías occidentales, según tengan una mayor orientación al mercado (caso de las anglosajonas, sudeste asiático...) o menor (Europa en general).