Descripción
La mayor parte de lo que voy a decir (la parte II) ha sido inspirada por el libro Espiritualidad de la liberación del obispo Pedro Casaldáliga y de José María Vigil. El resto es fruto de la experiencia.
En esta primera parte intentamos clarificar algunos conceptos ya conocidos, pero que conviene retomar para entendernos mejor.
ESPIRITUALIDAD es una palabra desafortunada (no es la única que padece este mal). Deriva de "espíritu” y por ello se entiende a veces como opuesto a "materia", a "cuerpo". Entonces "ser muy espiritual" es sinónimo de no pisar tierra. Esta interpretación nos viene, como sabemos, del pensamiento griego. Pero en la Biblia, en el pensamiento hebreo, "espíritu" se opone a maldad, destrucción, muerte, "carne". ESPIRITU significa, pues, vida, fuerza, libertad, acción. No está fuera de la materia ni del tiempo. (En hebreo "ruah" es viento, aliento de vida).
La espiritualidad de una persona es lo más hondo de su propio ser, sus motivaciones, su ideal, su pasión. Segundo Galilea dice: "La espiritualidad es la motivación que impregna los proyectos y compromisos de vida".
"Espiritualidad" es un sustantivo abstracto, como lo es "amistad", y los sustantivos concretos correspondientes son "espíritu" y "amigo" respectivamente. Así pues, la espiritualidad de una persona o realidad será su forma de ser espiritual. Cuando preguntamos qué espiritualidad tenemos podemos preguntar qué espíritu nos mueve.
La espiritualidad no es algo exclusivo de los religiosos, de los cristianos. Es patrimonio de todos los seres humanos. Todos son animados por algún espíritu.