Descripción
Una visión de conjunto del «mayor reto de nuestro tiempo», en el momento en que el mundo supera la guerra fría, se unifica, se «mundializa» y empieza una nueva etapa, con nuevos desafíos.
Mi hipótesis es que el Tercer Mundo (nombre a todas luces inadecuado) es el mayor reto de nuestro tiempo. Manuel Azcárate, analista lúcido y de tradición marxista, ha dicho: "La izquierda se identifica hoy más que por sus raíces marxistas por su actitud ante el Tercer Mundo". Probablemente algún anónimo del siglo XX o XXI dirá: "A la Iglesia de Jesús se le reconoce hoy más que por su apelación a un catecismo universal por su actitud ante el Tercer Mundo".
Venimos de un "orden" internacional, así, entre comillas, pactado después de la II Guerra Mundial. Se caracterizaba por la bipolaridad. Se daba un reparto de zonas de influencia entre las dos superpotencias. Pero las fronteras geográficas pactadas no aseguraban una situación estable necesariamente. Las superpotencias no eran sólo estados sino ideologías gaseosas, es decir, con tendencia a la expansión. Por eso la tensión Este-Oeste y el esquema amigo-enemigo. ¿Cómo mantener en sus fronteras ideológicas expansivas? Con una concepción militar de la seguridad. El equilibrio se mantendría gracias a una fuerza militar, que dio origen a la OTAN y al Pacto de Varsovia.
Esta concepción dio el pistoletazo de salida a la carrera de armamentos y al auge importantísimo de la industria militar. Los gastos militares se dispararon, calculándose en los últimos años de la guerra fría en un billón de dólares anuales, es decir, dos millones por minuto. La estrategia que se impuso fue la disuasión nuclear a través de la llamada MAD (Mutua Destrucción Aseguradora). Para ello se llegaron a fabricar y almacenar armas nucleares con capacidad de destruir diez veces el planeta. Había acumulados 16.000 megatones (comparativamente, puede recordarse que todos los explosivos utilizados en la II Guerra Mundial juntos llegaban a 3 megatones y produjeron 50 millones de muertos). Esta paz, basada en el miedo, evitó la guerra en Europa, escenario de las dos conflagraciones anteriores, durante 40 años.
Pero, y éste es nuestro tema, ¿qué consecuencias tuvo este "orden" para el Tercer Mundo? La GS 81 dice que "perjudicó a los pobres de manera intolerable". Lo resumiré en cuatro puntos:
a) La tensión Norte/Sur, un abismo de seguridad e injusticia, quedó fuera de pantalla, soterrada y agudizada.
b) Además, los recursos planetarios empleados en gastos e investigación militares fueron sustraídos a los gastos sociales. Por sólo un ejemplo, el presupuesto de defensa de la URSS equivalía al de todos los países en desarrollo para la salud y educación de 3,600 millones de personas.
c) Los conflictos regionales fueron incentivados por una industria militar ávida de beneficios y sus verdaderas causas enmascaradas bajo el tópico E/O, con lo que estos países se desangraron todavía más.
d) Se construyó a la ausencia de democracia y de derechos humanos en el Sur, ya que las superpotencias pactaban sencillamente con los líderes o las élites locales la subordinación de los pueblos a su esfera de influencia.